Retos educativos, regreso a clases y perspectiva de transformación educativa en la educación media-superior

Una idea de contexto, que por obvia no deja de ser importante, es que la pandemia de COVID-19 introduce en el sistema educativo y en las sociedades en general, un elemento de incertidumbre generalizado y, al mismo tiempo, un aprendizaje  de una multiplicidad de actores que se enfrentan a una situación inédita. La diferencia de este aprendizaje con el que se lleva a cabo habitualmente en los centros educativos es que no fue planeado y obliga a idear soluciones constantes a problemas nuevos.

Desde el punto de vista práctica el primer reto al que se enfrentaron todos los actores que participan en el proceso educativo fue decidir el confinamiento y tratar de asegurar canales de comunicación entre las escuelas, los alumnos  y las familias, es decir garantizar la conectividad para la educación a distancia. El segundo reto que plantea el aprendizaje es la disponibilidad de dispositivos adecuados. El tercer reto es usar adecuadamente la tecnología puesto que la educación a distancia representa una forma de comunicación diferente que modifica tanto los contenidos de la educación como la metodología y la evaluación del aprendizaje.

Pero no todo es novedad. Lo ocurrido en las semanas de confinamiento ha desnudado problemas añejos del sistema educativo que en buena medida se relacionan con las desigualdades características de la sociedad mexicana y que en el nivel medio-superior tocan a uno de sus objetivos fundamentales que es la formación para el trabajo.

Las brechas de acceso a las tecnologías de información y comunicación reflejan esa desigualdad. Se calcula que el 4.1% de la población de la Ciudad de México tendría las condiciones para trabajar desde su casa, pero tan solo el 25% de los habitantes de Oaxaca. En promedio un tercio de la población mexicana tiene esta posibilidad. De los hogares rurales, según cifras del INEGI, únicamente 20% tienen computadora y 23% conexión Internet. En estos temas la brecha territorial está muy relacionada con la brecha socioeconómica pues en el estrato socioeconómico bajo tan solo el 16% de las personas tienen computadora en tanto que el estrato alto el porcentaje aumenta al 79%. En lo que se refiere a la conexión a Internet las cifras respectivas son de 19% y 90%.

La experiencia de la educación a distancia durante la cuarentena deberá ser evaluada de manera rigurosa, pero desde ahora se puede anticipar que estas brechas serán decisivas para comprender sus resultados aunque en el nivel medio-superior influyen menos que en el nivel básico por ejemplo.

Ahora bien, si la etapa de confinamiento ha agregado complejidad al panorama educativo nacional el desconfinamiento,  cuya fecha, es muy incierta, será todavía más complejo como ocurre en todos los órdenes de la vida económica y social. Si se sigue la lógica de los semáforos regionales la prolongación de la educación a distancia ocurrirá de manera diferenciada y será muy complicado homologar criterios o aplicar criterios diferenciados en un sistema que es muy centralizado en la toma de decisiones. Y una vez sancionado el regreso, surgen preocupaciones sobre qué medidas tomar y cómo será la relación con la sana distancia, higiene, separación física en las aulas si así se decidiera, etc.

De todos modos, hay algunos indicios que apuntan a la idea de que la educación a distancia tendrá un papel más importante que el que ha tenido hasta ahora de manera que se podría conformar un “sistema híbrido” entre presencial  y a distancia. Para que dicho sistema funcione de manera confiable, no solo será necesario invertir recursos en infraestructuras (físicas y digitales) sino también formar a los maestros y alumnos con las herramientas necesarias para utilizar estas nuevas tecnologías que significan formas diferentes de comunicación.

Ahora bien, si a corto plazo las incógnitas son muchas y variadas, a mediano y largo plazo se plantean otros dilemas. En el nivel medio-superior es necesario prevenir efectos derivados de la crisis económica como el aumento del desempleo y de la pobreza y las crisis en determinados sectores para los cuales estaba pensada la formación para el trabajo.

El aumento del desempleo y la pobreza puede llevar a amplios sectores de los jóvenes en la edad de cursar la educación media-superior a desistir de iniciar el bachillerato o de continuarlo por la urgencia de tener una actividad remunerada o dedicarse a los cuidados en el caso de las jóvenes. Ciertamente, un sector de jóvenes pudiera tomar la decisión contraria, estudiar en vista de las escasas y precarias oportunidades de trabajo, pero probablemente este sector sería minoritario.

En esta perspectiva de futuro parece pertinente la pregunta formulada por el sociólogo de la educación español Mariano Fernández- Enguita: ¿Cómo educar a prueba de futuro para que los alumnos sepan desenvolverse en una sociedad cambiante?.

Esta pregunta general invita a pensar en lo que se refiere a la formación en los cambios que desde ahora está experimentando el mercado de trabajo. No sólo disminuirá el empleo asalariado, sino que la competencia en el mercado informal por obtener un ingreso será más encarnizada.

Dentro de esta precariedad generalizada, sin embargo hay sectores que están experimentando de manera aguda la recesión y en otros es previsible que la demanda de formación para el trabajo se mantenga e incluso pueda aumentar en la medida en que se recupera la economía. Hasta antes de la pandemia, en el nivel medio superior cinco carreras absorbían un porcentaje importante de la matrícula: ingeniería, las tecnologías de información y comunicación, la administración de negocios y la salud. Sería lógico pensar que  las distintas ocupaciones ligadas a la medicina mantendrán su importancia en un primer momento y serán más demandadas a mediano plazo. Si algo ha mostrado la pandemia es que las profesiones de la salud van mucho más allá de la profesión de médico y que, según el lenguaje al uso, son ocupaciones esenciales los anestesistas, y los laboratoristas entre otras ocupaciones que podrían desempeñarse a partir de la obtención de un grado en el nivel técnico en el nivel medio-superior. En este renglón de ocupaciones en crecimiento podrían estar las ocupaciones ligadas con la higiene y conservación de alimentos y aquellas ligadas con las Tecnologías de la Información y Comunicación. Sin embargo, en otras muchas ocupaciones se presentan una gran cantidad de incógnitas; tal es el caso de las ocupaciones ligadas con la movilidad como el turismo, la hostelería y la restauración donde se perderían empleos y podrían automatizarse otros.

Desde el punto de vista de la organización curricular convendría profundizar en la flexibilidad de contenidos, en agilizar los trámites de titulaciones y convalidaciones así como en la flexibilidad de horarios entre otras cuestiones complicadas, especialmente  cuando la situación laboral de los propios profesores suele ser bastante precaria.

Finalmente otros temas importantes son :

  • Reforzar las competencias básicas y transversales.
  • Extender  los centros de emprendedores 
  • Incluir temas de economía social y solidaria
  • Considerar la cultura digital  en sentido amplio como una competencia básica y no como una especialidad laboral. 
  • Reforzar el componente de formación para el trabajo en la malla curricular de los bachilleratos generales.
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