Educación en jaque: reflexiones desde la Universidad Veracruzana
Hay poca información sistematizada y concluyente de un fenómeno social tan inédito como lo está siendo la contingencia provocada por el Covid 19. Por tanto, mi apreciación se basa en datos anecdóticos cercanos a mí, acotados a lo que estamos viviendo en la Universidad Veracruzana (UV). El sistema educativo vive un impasse en términos de toma de decisiones, de planeación, de medición de resultados. La estructura administrativa no está totalmente paralizada, pero, no hay calendarios fijos por lo que se ha alterado la temporización de actividades, provocando una gran incertidumbre.
La universidad, como todos sabemos, tiene cuatro funciones sustantivas que son impulsadas principalmente por una estructura organizativa, por recursos (materiales, económicos y humanos), por políticas, por planes y programas de estudio, por una infraestructura, y por calendarios. Como uno de los objetivos principales es la formación de futuros profesionistas, se establecen perfiles de egreso genéricos y particulares a cada carrera. Son perfiles que se logran conforme se cubren contenidos, desarrollan competencias y acreditan conocimientos. Bajo un contexto como el referido, abunda la incertidumbre sobre cómo declarar que hemos alcanzado metas, cómo se desarrollarán competencias y cómo se acreditarán conocimientos no trabajados.
Si bien es cierto que muchos han recurrido a los recursos virtuales, existen varias dificultades que truncan los alcances de éstos. En este trabajo, identifico siete que quiero compartir con ustedes:
- No todos los estudiantes se conectan. Hay quienes no tienen computadora o internet, y hay otros que han desaparecido. Quizás tuvieron que trabajar o regresar a las localidades donde están sus familias. Quizás haya algunos con nulo interés en el aprendizaje virtual; o con demandas familiares que rebasan su disponibilidad, o en protesta solidarizándose con los que se quedarán rezagados debido a la falta de herramientas para seguir el trabajo en línea; otros deprimidos o distraídos viendo noticias, viendo cómo se desvanecen sus posibilidades de empleo, o como se degrada su salud.
- No todas las disciplinas ni las materias se prestan para la educación virtual. Si bien es cierto que la creatividad de algunos profesores para el uso de las plataformas virtuales nos ha dejado asombrados, hay experiencias educativas que son prácticas, son laboratorios, que requieren la manipulación de material físico, de reactivos, de instalaciones y equipo. Hay otras en las que se hace menester la observación de entornos reales, con sujetos en su cotidianeidad. La variedad, diseño y capacidad de algunas plataformas virtuales hacen factible este tipo de trabajo práctico solo en algunos casos. Están las asignaturas que requieren visitas a campo. También las que requieren montar escenografías e interactuar con otros. Por tanto, las plataformas escasamente resuelven todos sus requerimientos.
- No todos los profesores las usan. Sabemos que no todos saben cómo hacerlo. Aunque algunos otros –al igual que los estudiantes—quizás no tienen interés, otros se han ausentado. Hay anécdotas de clases donde los profesores mantuvieron silencio y estuvieron desconectados hasta que los estudiantes los contactaron para preguntar cómo acreditarían la asignatura. Quizás tienen las mismas razones que los estudiantes. O tal vez, sí tengan interés, pero no saben por dónde empezar debido a la falta de preparación. Algunos también guardaban la esperanza (sobre todo las primeras semanas del confinamiento) de retornar a la presencialidad en el corto plazo para poder concluir el semestre.
- No todas las plataformas soportan la carga de conectividad. La UV usó de manera oficial EMINUS, pero no tardamos ni un mes comprobar, aunque la plataforma es funcional y amigable, los servidores no soportaban el nivel de conectividad requerido por la carga.
- Montar un curso virtual exige un diseño instruccional diferente al requerido para cursos presenciales. En los cursos virtuales se planean otro tipo de actividades y de tareas, se trabaja bajo diferentes reglas. La premura con la que se trasladaron los cursos presenciales a virtuales generó adaptaciones forzadas que quizás en algunos casos funcionaron, pero quizás en otros han sido un rotundo fracaso.
- Ni los estudiantes se inscribieron en modalidad virtual, ni los profesores se comprometieron a enseñar bajo este esquema. Los cursos virtuales o a distancia tienen otro tipo de requerimientos que si no nos preparamos para enfrentar, difícilmente se pueden sacar adelante.
- En nuestro caso, la UV de inmediato subrayó la importancia de valernos de las herramientas que había insistido que aprendiéramos a usar, pero pocos profesores sabían cómo hacerlo. Por su parte, aunque nos gusta asumir que los estudiantes cuentan con mayor familiaridad en la virtualidad, nunca la imaginaron tan abrupta ni tan generalizada.
- La mayor parte de los elementos del clima educativo quedan extraviados. Como no se puede interrumpir con fluidez (por la regla de apagar micrófonos si toca turno), no se percibe la espontaneidad del grupo. Por eso mismo es difícil saber cómo están reaccionando los estudiantes a las explicaciones del docente. Cuando los otros apagan sus cámaras, para agilizar su conexión o sencillamente porque no quieren ser vistos, se pierde el sentido de audiencia.
Aun así, la UV y muchas otras universidades han alentado el uso de herramientas virtuales. Pensando en la heterogeneidad de los estudiantes, preocupa la estratificación que resultará del acceso a estos recursos.
Las autoridades educativas y los tomadores de decisiones enfrentan un panorama complejo. Cualquier posible curso de acción quizás solucione algunos problemas, pero generará nuevos. Un análisis de escenarios visibiliza mayor inequidad para los estudiantes que ya de por sí la sufrían. Pensando en lo anterior, elaboré una matriz con algunos ejemplos donde se puede aprecia la complejidad de la situación cuando se quiere hacer frente a los problemas identificados.
Posibles cursos de acción | ¿Qué resuelve? | ¿Qué problemas nuevos genera? |
Cubrir el programa con los estudiantes que sí se conectan | Que no se pierda todo |
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Poner en stand by las clases y trabajar con un curriculum remedial el siguiente semestre | Evitar el rezago con los que no pueden seguir el programa a distancia |
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Poner en stand by las clases y repetir el semestre | Para no perder contenidos |
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Poner en stand by las clases y extender el calendario escolar | Recuperar lo perdido.
Evitar el rezago de algunos estudiantes |
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Poner en stand by las clases y trabajar con un curriculum remedial el siguiente semestre abriendo espacios de oyentes para los que egresen | Subsanar las lagunas de conocimiento producidas por la suspensión de clases presenciales |
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Acreditar a todos sin importar que hayan cubierto o no los contenidos | No detener el flujo de actividades del plan de estudios |
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Eliminar por completo el procedimiento del examen para acreditar las asignaturas, evaluando de formas diversas: con portafolio de evidencia, evaluaciones diferenciadas con base en la situación de los estudiantes | Evitar privilegiar a unos por encima de otros |
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Como se observa, la educación está en jaque. Requerirá de mucha creatividad y de un balance serio de lo que se puede comprometer y lo que no. Es importante que en este ejercicio se consideren las voces de todos los grupos que representan la comunidad universitaria.
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