La Intermodalidad Educativa como base conceptual para el diseño de planes de continuidad educativa

Este texto fue presentado en el marco del Foro virtual  de análisis: La investigación educativa en tiempos del Covid-19 y tiene como objetivo aportar una reflexión a la pregunta ¿qué lecciones derivadas de la investigación educativa sobre modalidades a distancia y en línea tenemos para poder enfrentar la problemática?

La actual contingencia epidemiológica del COVID 19 reveló que no existen planes de continuidad educativa en las Instituciones de Educación Superior para enfrentar este o cualquier otro contratiempo que afecte a la educación regular. El diseño de planes de continuidad educativa requiere, primero, una nueva noción de organización institucional, de orientación de los recursos y de aplicación de la tecnología digital al servicio del aprendizaje. En otras palabras, requiere una base conceptual sobre la cual puedan construirse otros ámbitos educativos, metodológicos, administrativos, etcétera. Para reflexionar sobre lo anterior, es útil rescatar un concepto propio de la investigación educativa sobre modalidades a distancia y en línea: la Intermodalidad Educativa (Escudero-Nahón, 2019a).

Desde finales del siglo pasado uno de los temas más importantes en el campo de la tecnología educativa fue el diseño de modelos educativos que incorporan aplicaciones tecnológicas de las webs 2.0 y 3.0 con el objetivo de promover el aprendizaje autónomo y personalizado (OECD, 2015). La incorporación de la tecnología digital en las instituciones educativas provocó que los modelos educativos tradicionales sufrieran una transformación radical. Esta transformación se desarrolló en dos fases.

Primero, se consolidó una fase llamada Multimodalidad educativa, que es la reorganización que experimentaron las instituciones educativas al hacer convivir varios modelos educativos en una misma institución para aprovechar las ventajas de la tecnología digital. Estas reorganizaciones han sido, principalmente, administrativas y educativas, y fueron tituladas, en un primer momento como Sistemas Multimodales (Calderón, 2012; García & Calderón, 2009).

En cuanto al término Multimodalidad, los especialistas han dicho que su definición alude a “la idea de que pueden existir diferentes modos para instrumentalizar los procesos de enseñanza/aprendizaje en materia de tiempos, espacios (físicos como la escuela o digitales en la red) y acción educativa” (García & Calderón, 2009, p. 5). En otras palabras, la Multimodalidad Educativa fue una forma de agrupar las diferentes modalidades educativas a través de un sistema de educación que es un soporte de los canales y plataformas, virtuales o reales, donde convergen modelos, enfoques y estilos de aprendizaje equiparables para la construcción de las trayectorias escolares de una institución educativa.

No obstante, recientes estudios han demostrado que el acceso y el uso de la tecnología digital por parte del alumnado resulta en una suerte de “mezcla a conveniencia”. Es decir,  el alumnado hace uso de todos los modelos educativos disponibles y otras aplicaciones digitales que no son, propiamente, educativas (Gros, 2012). Debido a lo anterior, desde hace décadas la atención está puesta en el diseño de modelos educativos muy flexibles que admitan las cualidades de modelos no formales e informales de aprendizaje. El objetivo, no obstante, sería el mismo: incorporar la tecnología educativa digital para formar las competencias digitales en el profesorado y en el alumnado, planear procedimientos de uso de la tecnología y permitir que los usuarios transiten entre modelos educativos con flexibilidad, versatilidad y rapidez (Vásquez & Findikoglu, 2011).  Por eso, una segunda fase de transformación de los modelos educativos se llamaría “Intermodalidad educativa”, y pondría las estrategias de aprendizaje de todas las modalidades educativas disponibles, además de otras aplicaciones digitales que no son estrictamente educativas, al servicio de los ambientes personales de aprendizaje. Por eso, deja de ser relevante la clasificación de los modelos educativos, a saber, a distancia, presencial, en línea, virtual, mixto, etcétera, y se pone la atención en la relación que existe entre modelos para que los usuarios hagan uso de los servicios educativos cuando quieran, como quieran y donde quieran, pero, además, para que puedan usar con igual importancia la información digital y la análoga (Escudero-Nahón, 2019b).

Para tener una base conceptual que permita diseñar planes de continuidad educativa es necesario, entonces, transitar de la Multimodalidad Educativa hacia una Intermodalidad Educativa. Esto tendría como efecto una reorganización administrativa y educativa que admitiría prácticas educativas flexibles, donde el alumnado pueda diseñar su propio entorno personal de aprendizaje de manera autónoma e independiente, pero avalado por la institucionalidad educativa. Ese desplazamiento conceptual permitiría el diseño de planes de continuidad educativa, capaces de ofrecer servicios educativos en el aula, pero también en casa, en situación regular, pero también ante contingencias; en escenarios educativos estables, pero también en escenarios inestables.

La Intermodalidad Educativa permitiría que sus usuarios usen unos u otros servicios educativos según las condiciones del ambiente, es decir, se priorizarían unas u otras aplicaciones digitales cuando cambian rápidamente las condiciones de la educación (Shangai American School, 2020). Los planes de continuidad del aprendizaje contemplan no solo las tecnologías que usará la Institución de Educación Superior para continuar con la enseñanza, sino también cómo será el regreso del alumnado y el profesorado a las instalaciones cuando la emergencia haya cesado (REMS, 2020). Porque no debemos olvidar que, tras la contingencia epidemiológica tendremos en un aula física a un alumnado que se ha vuelto más autónomo en el proceso de aprender, y a un profesorado más diestro en el proceso de enseñar con tecnología digital.

Referencias

Calderón, R. (2012). La comprensión de la educación multimodal dentro de un contexto de modelo de interacciones de aprendizaje disponible en entornos de aprendizaje personal, institucional y en redes digitales. In L. A. Monzón (Ed.), Hermenéutica, retórica y educación: memorias de la primera jornada en la UACM (pp. 85–104). Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Escudero-Nahón, A. (2019a). Intermodalidad educativa: propuesta de desarrollo conceptual con una revisión sistemática y una cartografía conceptual. Desafíos Educativos3(6), 19–28.

Escudero-Nahón, A. (2019b). Educación Transdigital: análisis crítico al enfoque educativo de la Teoría Postdigital. In A. Allueva & J. Alejandre (Eds.), Actas del Congreso Internacional Virtual USATIC 2019, Ubicuo y Social: Aprendizaje con TIC (p. 129). Universidad de Zaragoza. https://doi.org/10.26754/uz.978-84-1340-029-7

García, E. E., & Calderón, R. (2009). Sistema de Educación Multimodal en la Universidad Veracruzana. In Universidad Veracruzana (Ed.), X Congreso Nacional de Investigación Educativa (pp. 1–10). Consejo Mexicano de Investigación Educativa. http://www.comie.org.mx/congreso/memoriaelectronica/v10/pdf/area_tematica_07/ponencias/1805-F.pdf

Gros, B. (2012). Retos y tendencias sobre el futuro de la investigación acerca del aprendizaje con tecnologías digitales. RED: Revista de Educación a Distancia32, 3–13.

OECD. (2015). Students, Computers and Learning: Making the Connection.

REMS. (2020). Supporting Continuity of Teaching and Learning During an Emergency. https://rems.ed.gov/docs/Supporting_Continuity_of_learning_and_education.pdf

Shangai American School. (2020). SAS Distance Learning Plan. https://www.saschina.org/uploaded/SAS_Distance_Learning_Plan.pdf

Vásquez, M., & Findikoglu, M. N. (2011). ICTs in education: The influence of Modernization in developing countries. In G. Bradley, D. Whitehouse, & G. Singh (Eds.), Proceedings of the IADIS International Conferences. ICT, Society and Human Beings 2011, Proceedings of the IADIS International Conference e-Democracy, Equity and Social Justice 2011 (pp. 101–108).

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